Una buena alimentación es la base de una buena salud. Un gato bien alimentado es un gato sano. Si la alimentación de tu gato no es la correcta, estará muy predispuesto a enfermar, y su salud general, su olor y su aspecto no serán buenos.

Piensos:

En el mercado existe una amplia gama de alimentos para gatos, pero no todos son recomendables. Los mejores son los piensos secos de gama alta (piensos Súper Premium) que sólo encuentras en tiendas especializadas y clínicas veterinarias. Algunos también tienen su versión húmeda (latas y tarrinas). Marcas como Specific o Advance cubren perfectamente las necesidades de tu mascota en cada etapa de su vida, brindándole lo necesario para desarrollar una óptima salud, y sin que les sobre nada. Son piensos con minuciosos estudios científicos a sus espaldas, que se adaptan a la perfección a las necesidades de cada animal. Aunque son piensos de elevado precio, son muy nutritivos, por lo que tu gato comerá una cantidad reducida de ellos. Los piensos de alta gama son tan beneficiosos para la salud de tu mascota, y tienen tan bajo consumo, que en realidad suponen un ahorro. Además, si suscribes un VitalPlan, te beneficias de descuentos en su compra.

Lo primero que vas a notar si eliges un pienso Súper Premium es que tu gato tendrá un pelaje sedoso y brillante, su aliento olerá poco y sus heces serán pequeñas, duras y poco olorosas.

Es importante que tengas en cuenta que la alimentación casera (la comida de personas) NUNCA va a nutrir correctamente a tu gato, y que muchos de los piensos económicos que se encuentran en supermercados no son recomendables para una alimentación a largo plazo.

Con piensos de baja calidad, el pelaje es mate y áspero, el aliento huele muy fuerte y las heces son blandas, abundantes y apestosas. Además, como no nutren adecuadamente, el consumo de pienso es elevado, y acaban por salir caros. Todo lo contrario a los piensos Súper Premium.

Como son carnívoros, los gatos no tienen necesidad de variar de alimento (cosa que sí nos pasa a los humanos, que somos omnívoros). Un gato puede estar comiendo el mismo pienso toda su vida, y no echará de menos nada. De hecho, los cambios de pienso pueden suponer una alteración digestiva para él, por lo que siempre que hagas un cambio de alimento, debe ser de forma gradual: A lo largo de 5-10 días, ve reduciendo la cantidad del pienso anterior, a medida que aumentas la cantidad del nuevo pienso. Si no lo haces así, es probable que lo rechace, o que aparezca diarrea.

Aun así, como los gatos son muy reacios a las novedades y a las cosas desconocidas, es buena idea que mientras sea un gatito joven, lo acostumbres a aceptar diferentes tipos de alimentos (piensos de distintos ingredientes, alimentos húmedos y patés, chuches, comprimidos, jarabes…) para que cuando sea adulto los acepte con más facilidad en el caso de que sea necesario que los tome.

Aunque los gatos se regulan bastante bien a la hora de comer, es buena idea llevar un control para saber que todo está yendo correctamente. El pienso que elijas debe tener un cuadro en el envase para que tengas una orientación acerca de la cantidad diaria que tu gato debe comer. Lo adecuado es racionar esa cantidad repartida como mínimo en tres tomas diarias, que se dejarán a su disposición para que las vaya comiendo paulatinamente. Es importante mantener unos horarios regulares de alimentación para acostumbrar a tu gatito a comer de forma adecuada, lo que te ayudará también en su futura educación.

Debemos romper con la tradicional imagen del gato sedentario tumbado en el sofá. Un gato saludable es un gato activo desde el punto de vista físico y también desde el punto de vista psicológico. Para lograr que tu gato se mantenga en buenos niveles de actividad, una de tus mejores bazas es la comida.

Una buena política alimenticia es que reserves, de cada una de las tres tomas diarias, al menos la mitad del pienso para administrárselo de formas imaginativas. Esto incluye esconder la comida debajo de una alfombra o detrás de un mueble; elevarla sobre una silla, una mesa o un estante accesible; encerrarla dentro de una caja de cartón (o dos, una dentro de la otra), una bola dispensadora o un calcetín anudado con dos o tres cortes pequeños por los que ir extrayendo los granos de pienso; congelarla en un fino bloque de hielo que el gato irá derritiendo a lengüetazos (solo en verano, por supuesto); hacer pequeñas bolitas de papel o croquetas de paté con dos o tres granitos de pienso en su interior, que lanzarás para que tu gato las “cace”; usar la enorme variedad de juegos de inteligencia que existe en el mercado; y todas aquellas otras formas que se te ocurran y que no supongan un riesgo o una incomodidad para tu gato. De esta forma, tu amigo tendrá que resolver problemas, ejercitarse física y mentalmente, y desarrollará todos sus patrones naturales de conducta, lo cual es enormemente beneficioso para su bienestar. Además, aumentas y mejoras la interacción con tu gato, lo cual es beneficioso para vuestro vínculo y vuestra convivencia.

La dificultad de estas pruebas debe ir de menos a más, asegúrate de que tu gato es capaz de resolver los problemas que le pongas para que no quede inadecuadamente alimentado. No tengas reparos en ir aumentando la complejidad de los retos, ya que el hecho de resolver problemas cada vez más difíciles es enormemente satisfactorio para tu gato.

El pienso debe estar siempre acompañado de abundante agua fresca y limpia. Como los gatos tienden a beber menos de lo que necesitan, hay que estimularles a beber. Una buena estrategia es ofrecerles varios bebederos, que sean amplios (que los bigotes no toquen los bordes), profundos, transparentes o de color blanco para dar una imagen de limpieza, y siempre bien llenos. Procura que estos bebederos estén en diferentes lugares de la casa, y también alejados de los comederos, bandeja higiénica, etc. Otra opción complementaria es ofrecerles agua que corra, como por ejemplo abriendo grifos cuando encontremos al gato en el baño o en la cocina, o bien usando una fuente eléctrica con filtro, que posiblemente sea la mejor opción para que los gatos beban.

Golosinas

Aparte de su pienso, existen multitud de golosinas para gatos en el mercado, que pueden dar felices momentos a tu mascota si las usas con criterio. También hay alimentos húmedos de calidad media, como patés, gelatinas… No debemos abusar de todo esto, pensemos que en su mayoría tienen un elevado aporte calórico, y son muy excesivas en sales y grasas. No pasa nada por darle de vez en cuando un tierno bocadito, pero sin llegar al exceso, o perjudicaremos su salud.

En el mercado hay golosinas especiales para gatos con propiedades beneficiosas. Existen multitud de golosinas con malta para suplementarla a gatos que la rechazan en pasta. Algunas incluso van enriquecidas con sustancias que ayudan a combatir el mal aliento y la placa. También tienes alternativas hipoalergénicas, bajas en calorías, o enriquecidas en vitaminas, minerales o sustancias beneficiosas para la piel y el pelo. Son una forma fácil de dar suplementos a tu mascota.

Las golosinas de personas están estrictamente prohibidas. El azúcar es perjudicial para los gatos, pudiendo causar problemas oculares y metabólicos. El chocolate es tóxico para su hígado, así como muchos de los colorantes y saborizantes ampliamente empleados en dulcería. No le des dulces de personas a tu gato o corres el riesgo de causarle daños serios.

Aprovechamos para comentar que los gatos adultos no deben tomar leche. Está muy extendida la costumbre de dar leche a los gatos, pero pasados los primeros meses, son incapaces de digerirla, y les puede provocar diarreas serias. La tendencia es tan grande, que existen en el mercado “leches” especiales para gatos, que no tienen lactosa ni determinadas proteínas, y que pueden emplearse a modo de golosina.

Desperdicios:

Los desperdicios tampoco son adecuados para tu gato. Ni las vísceras, ni las cabezas y patas de pollo, ni las sobras de comida humana no consumida, ni otros productos de dudosa salubridad. Aún hoy en día permanece muy arraigada en algunas personas la idea de que los gatos son “cubos de basura” que pueden consumir cualquier cosa que se nos antoje y que con eso están suficientemente alimentados. No hace falta decir que este tipo de dieta acarreará numerosos problemas de salud a tu mascota, además de darle un olor y aspecto desagradables. Una tendencia inadecuada que hay en nuestra cultura es la de dar restos de pescado a los gatos (raspas, cabezas.). En la naturaleza, los gatos apenas pescan, el pescado no forma parte de su dieta habitual. Los despojos de pescadería pueden suponer un aporte excesivo de sales minerales y sustancias tóxicas, que acabarán por dar problemas de salud a tu gatito.

Obesidad:

El problema de salud más frecuente en gatos domésticos es la obesidad. No debemos engañarnos; se trata de una auténtica epidemia mundial y es un problema sanitario muy serio. Por motivos culturales, es muy habitual que se valore positivamente cuando un gato tiene sobrepeso, pero esto jamás es beneficioso para la salud de tu mascota. Un gato obeso jamás va a ser un gato sano.

La obesidad va acompañada de un sinfín de problemas, desde artrosis a diabetes mellitus, pasando por enfermedades cutáneas, cardíacas, urinarias, etc. Cuanto más tiempo transcurra tu mascota en estado de sobrepeso, más probabilidades tiene de contraer estas enfermedades, que pueden comprometer su salud e incluso su vida. ¿Cómo puedes saber si tu gato tiene sobrepeso?

Un gato “en forma” tiene una cintura reconocible cuando se mira desde arriba. Además, sus costillas no son visibles a simple vista, pero con sólo apoyar los dedos suavemente, puedes tocarlas sin dificultad. Lo mismo con los huesos de su cadera. En un gato con sobrepeso, la cintura apenas se aprecia desde arriba. Si buscamos las costillas o los huesos de la cadera, tenemos que hacer un esfuerzo para localizarlos. En este estado, el gato comienza a tener fatiga crónica, dificultades respiratorias y circulatorias, y comienza a deteriorarse su estado metabólico.

En un gato obeso, la cintura desaparece totalmente, e incluso el cuello pierde su definición. Las costillas y los huesos de la cadera son totalmente ilocalizables debajo de la capa de grasa cutánea. Cualquier gato en este estado requiere de un chequeo periódico, ya que probablemente su salud esté en riesgo.

En el extremo contrario, tu gato estará demasiado delgado si ves sus costillas a simple vista. Esto puede ser normal en algunas razas, como siameses, y puede ser difícil de detectar en razas de pelo largo.

Tu gato come lo que tú le des. Tú eres responsable de su alimentación, y de su estado alimentario. Si te excedes en la cantidad de pienso o las golosinas, no le haces ningún favor. Si eliges un pienso de baja calidad, o una dieta casera que será excesiva en sales y grasa sin duda, asegúrate de chequear su salud habitualmente. Debes prevenir que tu gato caiga en la obesidad. Asegúrate de que su alimentación es la correcta en cantidad y en calidad, y controla su peso y su estado corporal con regularidad. Puedes venir a nuestra consulta todas las veces que quieras para hacer estos controles; la báscula de la sala de espera está a tu disposición. Para prevenir la obesidad, es fundamental que tu mascota haga ejercicio regularmente; no dudes en jugar con él y estimularle.

Hay razas especialmente predispuestas a la obesidad, así como algunas situaciones orgánicas (hembras castradas en la edad adulta, etc.). En estos casos, el control por tu parte debe ser más intensivo para evitar que aparezca el problema.

Si aún así tu gato se vuelve obeso, no desesperes. En primer lugar, consúltanos para que te asesoremos y podamos controlar el proceso de adelgazamiento. Existen multitud de tratamientos y de piensos específicos para ayudar a tu amigo en su recuperación, que son totalmente satisfactorios para él, y que corrigen muchas de las alteraciones producidas por la obesidad. En unos meses, con voluntad por tu parte y con nuestra ayuda, tu gato puede recuperar su silueta y su salud.