El perro (Canis lupus familiaris) es una subespecie del lobo (Canis lupus lupus). Fue el primer animal en ser domesticado, hace unos 44.000 años, o tal vez más. Las comunidades humanas primitivas no pudieron evitar que los lobos se acercaran a sus grupos nómadas para aprovechar sus desperdicios, y dado que las estructuras sociales y de comportamiento de ambas especies eran compatibles, la convivencia resultó fructífera y se fortaleció con el tiempo. El lobo/perro se inició en la sociedad humana como guardián y compañero de caza, hasta desarrollar la infinidad de papeles que tiene hoy en día.

Así, el comportamiento del perro será el resultado del comportamiento natural del lobo modificado por la domesticación.

Comportamiento natural del perro:

El perro es un animal social, un cazador de equipo cuyo patrón de comportamiento no deja lugar para la soledad o la individualidad. Para tu perro, vivir en grupo no es una opción, es una necesidad fundamental. De forma natural, va a presentar afán de cooperación y de unión, ya que es una de sus fortalezas evolutivas. Por esto, se adapta sin dificultad a las estructuras familiares humanas, resulta un excelente animal de compañía, y disfruta trabajando en equipo.

Como descendiente del lobo, se suponía que el perro estructuraría su sociedad de forma lineal, con un “número 1” (el líder de la manada, el “alfa”), que tendría prioridades sobre los demás, pero también sería responsable de la seguridad y bienestar de todos. A continuación seguirían un n°2, un 3, etc., que deberían respeto y obediencia a los superiores, y tendrían privilegios y responsabilidades sobre los inferiores, hasta el último de la manada, que obedecería a todos y no tendría ningún privilegio, pero tampoco ninguna responsabilidad. Hoy se sabe que la jerarquía social en el perro es mucho más relajada, basada más en el liderazgo cordial que en la dominancia y la sumisión. La competitividad (o “dominancia”) canina existe, pero no suele ser un rasgo distintivo, es más bien una tendencia para resolver situaciones concretas. Más que un escalafón de 1°-2°-3° realmente es una especie de interacción tipo “piedra-papel-tijera”. La mayoría de las conductas sociales de tu perro surgirán del equilibrio entre su afán cooperativo y su competitividad.

Una característica importante de la psicología canina es la permanencia de conductas infantiles toda la vida (flexibilidad mental, curiosidad, afectividad, juego…). Los humanos seleccionamos durante milenios a los ejemplares más dóciles, lo que fomentó este patrón de conducta, que hace del perro un compañero idóneo: manso, juguetón y afectuoso incluso en la edad adulta.

Adicionalmente, el perro tiene una facilidad natural para comprender el lenguaje corporal y emocional de los humanos. De nuevo esto se debe a la larga convivencia y a la selección, en la que los ejemplares más receptivos eran preferidos para ser mantenidos en el seno de los grupos de personas. Por estos dos motivos, los perros adoptan con facilidad a los humanos como figuras de apego.

Tengamos en cuenta que la sociedad humana actual impone un ritmo de vida que juega en contra de que los perros puedan desarrollar sus conductas naturales, dificulta el equilibrio entre cooperación y competitividad, y es motivo de muchos problemas de conducta canina.

Conductas caninas normales:

Hay un sinfín de patrones de conducta que son normales en cualquier perro, pero que a los humanos nos resultan difíciles de entender en ocasiones. A continuación te explicamos algunos de ellos:

Dentro de las conductas alimenticias están el acecho y la caza, así como la acumulación de reservas para el futuro. Por eso los perros excavan agujeros y entierran cosas. También debes saber que los perros comen cierta cantidad de heces (suyas o de otros animales) y hierba de forma natural, aunque resulte desagradable. Finalmente, el vómito esporádico es normal, ya que los perros regurgitan para compartir alimento con su manada.

Como conductas higiénicas que observarás están la eliminación de pis y caca con sus posturas características, el rascado y el acicalamiento por lamido. Tras orinar para marcar el territorio, es frecuente el rascado del suelo, que deja una marca olfativa especial. Los perros, como depredadores que son, tienden a disimular su olor frotándose contra cosas malolientes como heces o cadáveres.

Existen numerosas conductas reproductivas (masturbación, monta, celo, lactación, nidificación…), que generalmente resultan problemáticas en la convivencia familiar y en el entorno social humano. Por esto es muy recomendable que esterilices a tu perro, no sólo por motivos de salud física.

Entre las conductas de reposo y ocio está el descansar, vaguear y dormir. Es normal que hagan unos círculos antes de acostarse, como sus ancestros hacían en los matorrales donde dormían. Los perros sueñan, y hacen muchas cosas mientras duermen (corren, lloran, etc.). Por otra parte, el juego es una importantísima conducta de diversión, socialización y aprendizaje.

Observarás conductas cognitivas, destinadas a conocer y aprender. Los perros exploran su entorno con la boca (lamiendo y mordiendo), y manipulan los objetos que les rodean para conocerlos mejor. El juego también juega un papel crucial en este sentido. Aparte, todos los perros desarrollan con facilidad hábitos y rutinas en función de sus experiencias cotidianas, y debes conocerlas y respetarlas, ayudando a que éstas se desarrollen de forma conveniente. En el ámbito social, destacan las conductas afiliativas, destinadas a estrechar los lazos sociales: comunicación (la veremos en detalle a continuación), cooperación, expresiones de afecto como el lamido, reconciliación tras un conflicto, y de nuevo el juego.

En un sentido casi contrario, están las conductas ofensivas, destinadas a resolver conflictos de forma combativa o impositiva. El marcaje, la agresividad, la dominancia y la acaparación son conductas de esta naturaleza, que forman parte del repertorio normal de conductas de cualquier perro, y deben ser entendidas y manejadas dentro de sus contextos particulares. La sujeción con la boca del hocico es una forma cordial de marcar dominancia entre miembros de un mismo grupo, y la sujeción por la piel de la nuca es una forma de control maternal.

En último lugar, están las conductas defensivas, que sirven para resolver conflictos de forma pasiva o reactiva. La huida, la agresividad por miedo, la paralización, o el esconderse son conductas de este tipo. La sumisión también tiene una función defensiva, que se expresa poniéndose panza arriba. Esto solo es válido y aceptable para tu perro si es voluntario, no sirve de nada si lo fuerzas a ponerse boca arriba. En último lugar, están las conductas defensivas, que sirven para resolver conflictos de forma pasiva o reactiva. La huida, la agresividad por miedo, la paralización, o el esconderse son conductas de este tipo. La sumisión también tiene una función defensiva, que se expresa poniéndose panza arriba. Esto solo es válido y aceptable para tu perro si es voluntario, no sirve de nada si lo fuerzas a ponerse boca arriba.

Lenguaje canino:

La gran agudeza de los sentidos caninos hace que perciban un mundo mucho más rico que el que percibimos los humanos, y por ello tienen reacciones ante cosas que nosotros no notamos. Una buena comunicación es la base para la educación. Para el perro, los sentidos del oído y del olfato son más importantes que la vista, pero tú debes fijarte principalmente en la comunicación visual y gestual. Los perros usan una gran cantidad de canales de comunicación entre sí:

Lenguaje olfativo: Es uno de los canales de comunicación principales para el perro, aunque las personas no podemos apenas percibirlo. Lo usan sobre todo para dejar información a lo largo del tiempo, del mismo modo que los humanos empleamos la escritura o el dibujo. Mediante unas sustancias llamadas feromonas, los perros transmiten información y pueden influir sobre el estado de otros perros. La orina, las heces, las huellas y la piel de los perros transmiten olores y feromonas que los perros necesitan poder examinar. Los humanos transmitimos también gran cantidad de información olfativa. Nuestro sudor, piel y aliento dan una idea muy exacta de nuestro estado de ánimo y de salud a nuestro perro. Aunque los humanos no la percibamos, en el mundo existe una gran cantidad de información olfativa lista para ser examinada por tu perro. Al igual que tú observas los carteles publicitarios y los paisajes, tu perro necesita poder olfatear para disfrutar del mundo que le rodea, así que no debes coartarlo cuando husmea el suelo o se huele con otro perro.

Lenguaje auditivo: Un canal de gran importancia también, pero del cual percibimos sólo una parte. Puedes observar constantemente como tu perro escucha con atención, girando las orejas en diferentes direcciones, y transmitiéndote las advertencias de todo aquello que escucha. Los perros emplean sus vocalizaciones fundamentalmente    para transmitir mensajes en distancias medias y largas. Ladridos, aullidos, gruñidos y gemidos se emplean para comunicarse con otros perros, dando avisos o advertencias. Los sonidos de tu respiración e incluso de tu corazón, permiten que tu perro sepa cuál es tu estado. Se ha especulado incluso con que los perros reconocen la “voz” de las válvulas cardíacas al latir, reconociendo individuos sin verlos ni olerlos, por el simple latido de su corazón.

Es importante recalcar que los perros no entienden el lenguaje verbal tal y como lo usamos entre humanos. Las frases complejas y las conversaciones carecen de significado para tu perro. Sin embargo, puede entender el significado de algunas palabras sueltas que le sean familiares, tu perro formará su propio vocabulario. Además puedes enseñarles determinados comandos verbales para darle indicaciones. Lo que sí que captará tu perro es el sentimiento del tono de voz y los gestos que uses al hablar.

Lenguaje táctil: El menos reconocido, se emplea básicamente entre miembros de un grupo para darse apoyo mutuo, afecto o refreno. Es importante tener en cuenta que con las herramientas de sujeción (correa, arnés…) estás transmitiendo a tu perro tu apoyo por la vía táctil, lo que en ocasiones sirve como método de control, pero en otras es un estímulo para reacciones indeseadas.

Lenguaje visual: Es el canal de información principal para la comunicación entre perros y humanos. La postura y movimientos del cuerpo, el rabo y los rasgos faciales son cruciales para comprender a tu perro. Al igual que pasa en los perros con los humanos, tenemos una comprensión intuitiva del significado de los gestos de nuestro perro, debido a que durante milenios, los humanos que mejor comprendían a los perros han sido los que mayor éxito evolutivo han tenido.

La expresión facial general es muy importante, y te indica de manera bastante fiel el estado de ánimo de tu perro.

La posición de las orejas es uno de los rasgos de mayor importancia. Los perros de orejas caídas o aquellos que han sido mutilados con corte de orejas pierden muchísima de su capacidad de expresión. Las orejas erguidas indican alerta, si están caídas hacia los lados indican perplejidad o preocupación, y si las retrae hacia atrás, emoción intensa (alegría, tensión, miedo o agresividad).

Los ojos y la mirada también tienen mucha importancia. Una mirada fija indica tensión y reto. Si está desviada, indica stress o angustia. La mirada alternante entre diversos puntos o personas suele indicar alerta o nerviosismo. Una mirada que se aparta deliberadamente significa respeto. Debes evitar mirar fijamente a un perro, ya que puede entenderlo como una provocación. Lo mejor es observarlo de lado, o incluso de reojo, manteniendo la distancia adecuada.

La boca y la lengua son también una gran fuente de información. Una boca cerrada generalmente es neutra. La lengua colgando suele ser signo de confianza. Si el perro retrae los belfos enseñando los dientes, indica claramente amenaza. La boca entreabierta con leve jadeo suele indicar ansiedad y tensión. El lamido del hocico (licking), el bostezo y el tragar saliva son signos claros de angustia o malestar.

Las posturas y movimientos del cuerpo son también muy importantes.

La dirección general de los movimientos del perro son muy indicativos de su actitud:

Si se aleja, hay miedo o rechazo. Si mantiene la distancia, es una toma de contacto, curiosidad. Si da la espalda sin alejarse, significa respeto. Si se acerca más bien lento, mostrando el costado y en línea irregular, muestra afecto, y si es de frente, rápido y recto, agresión. Cuando tú tengas que acercarte a un perro, debes evitar hacerlo en línea recta y de frente al perro. La mejor manera de acercarse a un perro es mediante un movimiento curvo, lento y relajado, y abordándolo por el costado.

La postura del tronco da mucha información también.

Encorvado, rígido y erizado, es signo de agresividad o amenaza. Encogido, agachado, es signo de defensa, miedo o dolor. La postura con el pecho en el suelo y los cuartos traseros elevados indica juego. Cuando un perro se tumba boca arriba es signo de sumisión y confianza total.

Finalmente, el rabo es otro de los principales medios de comunicación visual canina. Las razas sin rabo o que han sido mutiladas con un corte de rabo verán mermada su capacidad de expresión. El rabo caído con naturalidad indica relajación y confianza. Si está elevado, horizontal, indica activación y alerta. Si está totalmente erecto hacia arriba, amenaza. El rabo entre las piernas indica miedo o sumisión. Cuando el rabo oscila suavemente, refleja alegría y cordialidad; si se sacude con fuerza refleja efusividad o excitación, y si vibra con fuerza refleja tensión e incomodidad. ¡Un rabo en movimiento no siempre indica que el perro esté contento!

Estados de ánimo:

Observando el conjunto de los rasgos de expresión de un perro, podremos conocer su estado emocional.

Un perro tranquilo mantendrá una postura y una expresión relajada. Su mirada tendrá un parpadeo suave, y podrá incluso tener la lengua de fuera. También, con frecuencia, adquirirá posturas de reposo y/o se retirará a su lugar de descanso. Es importante aprender a respetar y fomentar estos estados, premiándolos cuando sucedan espontáneamente.

Un perro con alegría mostrará signos de agitación y posiblemente intentará un acercamiento con movimientos curvos. Vocalizará con intensidad, gimiendo o ladrando, podrá tener las orejas hacia atrás por la alegría y agitará el rabo de lado a lado (y tal vez todo el trasero). Siempre debes responder positivamente a estos signos, pero fomentando que las interacciones de tu perro sean controladas. Si el perro es muy brusco en su acercamiento, o si está muy sucio, puedes evitarlo o ignorarlo, pero nunca castigarás a un perro con actitud positiva, dado que podrías inducirlo a conductas peligrosas.

El juego tiene un gesto característico. La “reverencia de juego”. Antes de jugar, los perros bajan bruscamente su tercio anterior y elevan el posterior. Con este signo, se avisa que cualquier conducta posterior formará parte del juego. Podrá haber gestos de agresividad, alerta, depredación o dominancia, pero si son tras el aviso de juego, no debes darles importancia ni coartarlos, ya que forman parte de un rato de diversión. Un perro que está jugando puede tener un acercamiento brusco contigo, incluso un encontronazo que provoque alguna pequeña lesión. Recuerda que el juego es una actitud positiva y no debes castigarla. Fomenta el autocontrol y trabaja para que el juego se mantenga en niveles de actividad adecuados.

El respeto en perros se expresa mediante signos que a nuestros ojos parecen de indiferencia o altivez: Dar la espalda, apartar la mirada girando la cara, entretenerse en cosas inexistentes para ignorar al otro perro o persona… Todos estos signos indican que el perro no desea interactuar, pero que respeta al otro individuo, sin querer problemas con él. Si ves que tu perro los realiza, no lo fuerces a relacionarse.

Debes prestar mucha atención a los signos de ansiedad, angustia y estrés: rigidez en la postura, movimientos que se inician pero no concluyen, sacudidas como para librarse de algún peso, cabeza agachada, temblores, el lamido del hocico cuando no hace calor, el jadeo sin haber actividad previa, el bostezo sin sueño, el babeo sin comida y la mirada huidiza, todas son muestras de cansancio, incomodidad y desagrado. Son signos poco visibles en ocasiones, y es fácil pasarlos por alto. Debes reconocer cuando tu perro te comunica que está en uno de estos estados de ánimo poco receptivos, para evitar llevarlo a situaciones de agotamiento mental, frustración o agresividad. Este tipo de signos siempre preceden a cualquier situación desagradable: miedo, agresión, huida. de modo que si logras detectarlas y actuar a tiempo, evitarás muchos problemas.

Los signos de sumisión son muy claros. Suele haber un acercamiento, con signos de duda o miedo. Cabeza agachada, mirada desde abajo, movimientos dubitativos, seguidos de la clásica postura boca arriba. Es una situación bastante extrema que indica que la relación con tu perro se ha tensado en exceso. De nuevo, siempre debes responder positivamente ante estos gestos. Si la sumisión aparece ante un enfado tuyo o un castigo, debes detenerte e iniciar    un    contacto afectuoso con tu perro. De no hacerlo, el perro entenderá que su postura de sumisión no es útil y buscará alternativas, generalmente inadecuadas.

Los signos de alerta son la tensión muy marcada en la expresión facial y corporal. Orejas erguidas, cuerpo recto como un resorte a punto de saltar, mirada fija, rabo estirado.

Puede haber un leve jadeo, y alguna vocalización (gruñidos, gemidos).

Ante un perro alerta debes actuar con confianza, evitando miradas fijas y posturas amenazantes, permitiéndole acercarse y olerte. Los signos de alerta también pueden preceder a una situación complicada, como una pelea o una huida, por lo que es especialmente importante estar atento a ellos y actuar en cuanto los percibas. La alerta también podría ser por acecho a algo que se comporte como una presa (hoja llevada por el aire, saltamontes, gato, ciclista, carrito de bebé, niño corriendo.), ¡cuidado! Podría verse seguida de conductas depredadoras.

Un perro con miedo mostrará una expresión facial tensa, con las orejas y las comisuras retraídas hacia atrás y los ojos muy abiertos.

Puede tener la boca entreabierta, jadear, lamerse la nariz y manifestar otros signos de angustia. Su postura corporal será tensa, generalmente encogida o incluso completamente agachada, mantendrá la distancia o se alejará, y podrá estar erizado.

El rabo estará bajo o retraído entre las piernas. Es fácil que un perro con miedo responda a un acercamiento con una agresión o una huida desesperada, por lo que debes mantener la distancia y permitirle adquirir confianza. Si tu perro manifiesta miedo, llámalo para desviar su atención, fomentar otra conducta menos problemática y calmarlo a continuación.

Los signos de amenaza suelen ser bastante claros. El cuerpo estará tenso, erizado, con el rabo hacia arriba. La mirada estará fija y el perro posiblemente gruñirá y mostrará los dientes. En un primer momento mantendrá la distancia, pero si no percibe una respuesta satisfactoria, puede iniciar un ataque. Nunca debes acercarte a un animal que muestra signos de agresividad, ni mirarle fijamente. Evita parecer hostil para que se calme y retírate con calma para no parecer una “presa”. Si tu perro muestra signos de amenaza, procura desviarlo a otras actitudes menos peligrosas (juego, orden de sentado…), y cuando lo hayas hecho, cálmalo.

Es posible que tu perro muestre signos mezclados o imprecisos, ya que no siempre sienten una única emoción, y estas cambian con el tiempo. Estos signos se llaman ambivalentes, y a veces son muy difíciles de interpretar.

Tras una agresión o un castigo por tu parte, es muy normal que tu perro intente una reconciliación. Los perros son eminentemente sociales, y no se dejan llevar por actitudes como el rencor o la hipocresía. Aprendamos de ellos y aceptemos sus disculpas.

EDUCACIÓN GENERAL:

El perro forma parte de la sociedad humana desde hace milenios. Nos aporta un sinfín de cosas buenas, que dependen casi siempre de que esté bien educado. También puede traer ciertos problemas, que suceden principalmente si está mal educado. Así, una correcta educación es crucial para el bienestar de tu perro y para que tenga una buena convivencia familiar y social.

Los tres pilares básicos de la educación:

En primer lugar, la educación necesita normas. No se trata de ponerse en plan militar, pero sí de decidir unas reglas razonables y asumibles de convivencia y educación. Debéis pactar las normas entre toda la familia, y todos los miembros deben respetarlas y hacerlas cumplir siempre. Es importante establecer rutinas y hacer las cosas de la misma forma, para que a tu perro le resulten familiares y las asimile de forma más sencilla. Debes marcar unos horarios regulares en sus hábitos diarios. A la hora de dirigirte a él procurarás usar siempre las mismas palabras y gestos, para facilitarle la comprensión. Los lugares y momentos que decidas para su juego, alimentación y descanso sólo cambiarán si es necesario, y siempre de forma gradual.

Aquello que has decidido que es aceptable siempre será aceptable, y debe ser premiado y fomentado. Lo que has determinado que no es adecuado, nunca será aceptado, y todos en casa colaborarán para evitar estas conductas. Si tú o tu familia no sois consistentes en vuestras normas y vuestras actitudes, tu perro podrá desarrollar conductas inadecuadas, incluso cuadros patológicos, debido a la información contradictoria que recibirá a veces.

La motivación es el segundo pilar. Tu perro debe obedecerte por que quiere, no por miedo o por coacción. Tendrás que usar mucha imaginación para que haga las cosas de forma espontánea, sin forzarlo.

Esto también quiere decir que debes ser cariñoso con tu amigo. El vínculo emocional es fundamental para el bienestar y la educación de tu mascota. Nunca deben faltar las muestras de afecto y siempre debes premiar las actitudes correctas con una caricia o una palabra amable.

El tercer pilar es el Sentido Común. La sensatez y la prudencia son imprescindibles.

La humanización es tu principal enemigo. Ten muy en cuenta que tu perro no es una persona. Mostrará rasgos muy humanos, e incluso emociones como lealtad, miedo, cariño, envidia etc., que no son exclusivas de los humanos. Pero debes tener claro que tu perro es un perro, y ve el mundo como lo ven los perros: Para él, familia es “manada”, paseo es “caza”, juguetes son “presas”, casa es “guarida” y cojín es “lecho”. Como tú sí que puedes comprender la forma en que él ve el mundo, debes ser tú el que logre adaptar sus conductas para hacerle entender lo que deseas de él. En cierto sentido, y siendo prácticos, ¡tú debes ver el mundo como un perro!

También, debes hallar el punto de encuentro entre la firmeza y la ternura, para tener un perro cooperador y afectuoso, pero también autónomo y equilibrado. Esto es válido para todas las razas, desde un musculoso rottweiler a un minúsculo chihuahua. Todos ellos son perros y tienen el mismo patrón de comportamiento. Los perritos de razas pequeñas deben recibir una educación igual de juiciosa que los grandes, o se pueden convertir en pequeños tiranos que nos harán la vida imposible.

Inteligencia y aprendizaje:

El perro goza de una gran inteligencia, de la cual importan principalmente tres tipos: La Instintiva, que es la capacidad de hacer cosas de forma innata; la Adaptativa, que es la capacidad para adaptar el entorno a las necesidades (ser “espabilado”), y la Funcional, que es la capacidad para adaptarse a las exigencias del entorno (ser “obediente”). Una educación basada en el sometimiento y el castigo será eficaz en un perro “obediente”, pero no valdrá para otro “espabilado”. Por eso te recomendamos la educación en positivo, que sirve para perros con cualquier perfil, además de ser respetuosa, divertida y muy eficaz.

El aprendizaje sucede principalmente por dos vías: Adaptación y Asociación.

La Adaptación consiste en el acostumbramiento a estímulos y eventos del entorno. Sucede aprendizaje adaptativo cuando tu perro se acostumbra al collar, o cuando se familiariza con el trasportín, por ejemplo. Depende fundamentalmente de la intensidad gradual del estímulo y de la tolerancia de tu perro a él.

La Asociación consiste en que el perro reconozca una relación entre eventos, aprendiendo que uno acompaña o desencadena al otro (detonante y respuesta). Sucede aprendizaje asociativo, por ejemplo, cuando tu perro se da cuenta de que tras el timbre vienen las visitas, de que a una determinada hora toca pasear, o de que si pone cara de pena, recibe mimos. Se denomina condicional cuando el perro relaciona dos eventos ajenos a él, como correa con paseo, campanadas con comida o trasportín con veterinario. Se denomina operante cuando el perro relaciona una acción suya con su consecuencia, como morder un cable y recibir un chispazo, retirarse a su camita y estar tranquilo, o cumplir una orden y conseguir un premio. La mayoría de los métodos educativos aprovechan el aprendizaje asociativo operante, logrando que el perro realice acciones concretas ante nuestras señales.

El aprendizaje asociativo es complejo y depende de muchos factores. Lo favorece la constancia de la relación entre eventos, la brevedad entre detonante y respuesta, la duración paralela de una con respecto a la otra, la ausencia de distracciones, el menor número de eventos a relacionar, etc. Las respuestas se caracterizan por su calidad (valiosa, neutra o punitiva), intensidad, origen, previsibilidad, etc.

La fijación y la evolución del aprendizaje asociativo van a variar en función del resultado de las acciones de tu perro, que producirá diferentes efectos:

Cuando tu perro asocia que el resultado de una conducta es agradable o beneficioso, tenderá a repetirla, mantenerla, intensificarla y perpetuarla. Es lo que sucede, por ejemplo, cuando da la pata y recibe una galletita, salta para atrapar una presa y lo consigue, o enseña los dientes y espanta a un enemigo.

Cuando el resultado de una conducta es nulo o neutro para tu perro, tenderá a abandonarla. Es lo que sucede, por ejemplo, cuando tu perro mendiga comida y no le das nada, o cuando intenta comunicarse con un peluche y no recibe respuesta.

Cuando tu perro asocia que el resultado de una conducta es desagradable o perjudicial, aparecerá angustia, miedo, frustración o stress, y tenderá a evitar esa conducta, modificarla o sustituirla por otra en anticipación al resultado indeseado. Es lo que sucede, por ejemplo, cuando se porta mal y le riñes, cuando prueba algo que no le gusta, o cuando quiere jugar con otro perro y éste sale huyendo.

Factores del aprendizaje:

Hay numerosos factores que influyen directamente en el proceso educativo, y que debes conocer para aplicarlos correctamente.

La intensidad es la fuerza de un evento respecto a la tolerancia del perro. A más intensidad, más difícil la adaptación, pero más fácil la asociación. Tu perro puede acabar por ignorar un estímulo si es suave, o sensibilizarse a él si es demasiado fuerte. Esto quiere decir que cuando presentes a tu perro nuevos estímulos, debes hacerlo gradualmente. Y también, al corregir a tu perro adáptate a su sensibilidad, para evitar el miedo excesivo, o por el contrario, la habituación al castigo.

La contingencia es la constancia de la relación ente eventos y su previsibilidad. Si siempre que se da uno, se da el otro, la contingencia es muy alta y es fácil que tu perro los asocie. Esto quiere decir que las reglas deben ser constantes. Si no estableces unas normas claras, el aprendizaje de tu perro será difícil. Es buena idea que establezcas rutinas y debes procurar hacer las cosas de forma predecible para que sean bien asimiladas.

La calidad es el valor del estímulo. Según el gusto de tu perro, un evento será más o menos valioso (eficaz como recompensa) o punitivo (eficaz como castigo). A mayor calidad de la respuesta, más fácil y fuerte será la asociación. Por ejemplo, una bolita de pienso suele ser una recompensa poco valiosa, mientras que un trozo de salchicha será muy deseable. Esto quiere decir que debes conocer los gustos de tu perro para poder premiarlo o corregirlo acorde a sus preferencias.

La demora es la inmediatez entre detonante y respuesta. Si pasa mucho tiempo entre ambos, la relación será difícil.

Esto quiere decir que no sirve de nada castigar a tu perro si ha pasado tiempo tras una acción indeseada, ya que no asociará el castigo con su conducta.

La señalización es si un estímulo tiene una fuente reconocible o simplemente “sucede”. Cuando hay mucha señalización, tu perro aprenderá a modificar su conducta delante de la fuente. Esto quiere decir que a la hora de premiar, tu perro debe reconocer que la recompensa procede de ti, para que desee portarse bien en tu presencia. Los correctivos, por el contrario, deberían ser no señalados, para que tu perro se porte bien aunque tú no estés presente.

La duración es el tiempo que perdura un estímulo. Si una respuesta perdura después de terminar el detonante, podría asociarse a otro evento. Esto quiere decir que debes castigar a tu perro de forma breve, dado que si mantienes un castigo muy prolongado, tu perro no lo asociará adecuadamente.

El ensombrecimiento es la presencia de distracciones. Cuantos más estímulos no neutros haya, más difícil será asociar eventos de forma adecuada. Esto quiere decir que debes enseñar cosas a tu perro en un ambiente conocido y con estímulos habituales, como el salón de casa. No es razonable intentar enseñar cosas nuevas en el parque, que es una fuente de estímulos demasiado intensos y variados.

El encadenamiento es la cantidad de eventos a relacionar. A más número, más dificultad. Esto quiere decir que las cosas complejas se aprenden sumando cosas sencillas. En la educación habitual de un perro es muy fácil y habitual encadenar tres eventos: la orden, el cumplimiento y el premio. Posteriormente puedes sumar órdenes y construir conductas elaboradas poco a poco.

Métodos educativos:

Puedes orquestar el aprendizaje de tu perro mediante técnicas educativas que lo corrigen o le enseñan cosas.

La habituación es un método muy común.

Consiste en exponer a tu perro a algo para que se acostumbre a ello. Las ideas fundamentales de la habituación es que debe ser progresiva, sin rebasar la tolerancia del perro, y también debe ser positiva, asociándola a situaciones agradables y recompensas. De esta forma podrás acostumbrar a tu perro a ir con bozal, a viajar en coche, a relacionarse con otros perros y personas de todo tipo, a ruidos fuertes, a visitas al veterinario, etc.

El Refuerzo consiste en hacer que tu perro relacione que una conducta tiene una consecuencia deseable, para potenciar dicha conducta.

Es Refuerzo Negativo cuando la consecuencia es que desaparece algo molesto (se afloja un collar de pinchos, se detiene una coacción, se aleja una amenaza.). No recomendamos este tipo de refuerzo, ya que consiste en “torturar” a tu perro, y esto destruye vuestro vínculo y su motivación. También se produce refuerzo negativo cuando tu perro esperaba algo malo y no sucede, como cuando se logra librar de una reprimenda. Esto quiere decir que no debes dejar ninguna corrección sin realizar, ya que cuando tu perro “se libra”, estás reforzando su mala conducta.

Es Refuerzo Positivo cuando la consecuencia es una recompensa (juego, chuche, cariño.). Es la piedra angular de la educación en positivo, ya que cumple con todas sus premisas: motiva a tu perro, refuerza vuestro vínculo, marca y fija las conductas deseadas… Ojo, las golosinas son la solución fácil, y no conviene abusar de ellas. Tu perro agradecerá un poco de mimo incluso más que una chuche.

Cuando la recompensa se obtiene siempre, se produce Refuerzo Continuo. En este caso la conducta va a consolidarse de forma intensa, pero con alta expectativa. Tu perro aprenderá rápido a realizar esa conducta, pero la abandonará con facilidad si de repente deja de tener premio. Esto quiere decir que cuando estés comenzando a enseñarle algo nuevo, debes premiarlo siempre, aunque no lo haga demasiado bien, y no debes dejar de premiarlo de golpe cuando lo haya aprendido. Si tras la conducta hay premio a veces si, a veces no, es Refuerzo Intermitente. Así el aprendizaje se consolida con menos intensidad, pero con mucha persistencia. Tu perro insistirá en la conducta, sabiendo que alguna vez logrará el resultado deseado. La aplicación de esto es que cuando tu perro haya aprendido una conducta y deseas que la perpetúe, debes ir dejando de premiarla gradual y aleatoriamente. Y otra cosa que debes tener en cuenta es que si tu perro hace algo molesto, y de vez en cuando consigue algo positivo al hacerlo (pide en la mesa y alguna vez le das comida, ladra a los extraños y alguna vez le acaricias para calmarlo.), lo que pasará es que esa conducta se verá reforzada en el tiempo y será casi imposible corregirla.

Debes administrar con mucha prudencia las recompensas para evitar que tu perro se habitúe a ellas y deje de concederles valor. La filosofía adecuada es que “nada es gratis”, es decir, que nunca debes premiarle si no lo merece o si la recompensa no tiene un sentido educativo. Las calorías también importan, una buena medida es usar parte de la ración diaria de pienso como recompensa.

La Extinción consiste en que tu perro asocie que una conducta no tiene ningún resultado, para que la abandone progresivamente. Se trata básicamente de no dar ninguna respuesta ante la conducta a extinguir, o bien responder de forma neutra.

La extinción sirve para corregir algunas conductas no deseadas de forma inocua. ¡Ojo! si la conducta tenía resultados positivos y de repente deja de tenerlos, suele haber un incremento pasajero en la intensidad de la conducta (un último intento “a lo bestia”). Así, cuando comienzas a ignorar a tu perro para que una conducta desaparezca, lo normal es que ésta empeore unos días, y luego se irá corrigiendo. Si inicias una extinción, es muy importante que te asegures de que tu perro nunca obtiene resultados, dado que si alguna vez obtiene un resultado deseable por descuido, estarás haciendo refuerzo intermitente, que perpetuará la conducta en vez de corregirla. Y en el sentido opuesto, si una conducta debería tener un resultado positivo y no la premias, estarás realizando castigo en lugar de extinción.

El Castigo consiste en corregir una conducta haciendo que tu perro relacione que tiene consecuencias indeseables. Por definición, provoca desagrado, y genera un estado de ánimo negativo (miedo, angustia, stress, ansiedad, frustración.). Por ello, debes tratar de aplicar lo mínimo las distintas modalidades de castigo, y siempre proponer una alternativa positiva después de haberlo usado.

Es Castigo Negativo cuando la consecuencia es que desaparece algo agradable (dejas de jugar, le quitas la comida, lo sacas del parque.). Se suele emplear para controlar interacciones demasiado efusivas. Si lo usas bien, tu perro se mantendrá enfocado en pensamientos positivos (recuperar su juguete, la comida, la compañía.). Aplicado de forma suave es inofensivo, y aunque genera cierto grado de frustración, lo podrás usar para corregir muchas conductas.

Hay aplicaciones extremas del castigo negativo, como la reclusión o el aislamiento social, que producen mucha confusión, ansiedad y angustia. No te aconsejamos que aísles a tu perro como castigo, y si lo hicieras, que sea por tiempos muy, muy cortos.

También hay castigo negativo cuando tu perro espera algo bueno y no sucede. Si tu perro se porta bien, espera su premio y debes darle al menos una palabra amable, aunque estés enfadado, cansado o pendiente de otras cosas. Si no premias las buenas conductas, tu perro se sentirá castigado y las abandonará o modificará.

Es Castigo Positivo cuando la consecuencia indeseable es que tu perro recibe un correctivo (reñirlo, un ruido fuerte, un sabor desagradable, un azote.). En la naturaleza, el castigo positivo es un hecho de aprendizaje que permite a tu perro evitar las amenazas: Tu perro se quema si se acerca al fuego, recibe un mordisco si molesta a otro perro, etc. Pero como método educativo no es recomendable, dado que se basa en molestar o asustar a tu perro.

Por desgracia, nuestra naturaleza nos empuja a castigar. De ahí la gran variedad de artículos que se basan en el castigo positivo (collares de descargas, chilladores de ultrasonidos, cables eléctricos, sprays de olores fuertes.). También las técnicas más comunes se basan en él (azotarle, gritarle, etc.). El resultado es que acaba siendo un método educativo habitual, a veces el único, y generalmente mal aplicado. Para hacerlo de la forma menos perjudicial, el castigo debe ser respetuoso, totalmente contingente, verdaderamente eficaz para esa conducta en concreto, adecuarse a la sensibilidad de tu perro, suceder sin demora, pero terminar en cuanto desaparezca la mala conducta y no tener una fuente reconocible en lo posible.

Recursos educativos:

Hay numerosas herramientas para educar a tu perro. Generalmente necesitarás combinar varias, y nunca debe faltar la imaginación y la capacidad de improvisación.

Tu primer recurso serán las recompensas, principalmente comida, juguetes y afecto. Las palabras “Muy bien” dichas con cariño serán tu principal arma educativa. Todas las recompensas deben ser usadas con moderación e inteligencia.

Podrás emplearlas también para motivar, dirigir conductas, captar atención, etc.

El segundo grupo son los correctivos. La violencia no es ética ni educativa, no debes usarla. Tampoco te recomendamos artículos que producen dolor o molestias, como collares de pinchos o emisores eléctricos o de ultrasonidos. Los correctivos más eficaces son los ruidos fuertes o llamativos (golpes secos, palmadas, bocinas, siseos.). La palabra “¡NO!” dicha con fuerza y firmeza será tu principal correctivo.

El aprendizaje produce anticipación. Si tu perro anticipa una recompensa y ésta no cumple sus expectativas, se frustrará. Así, debes ser tacaño con los premios, pero recompensar siempre las buenas conductas. Si por el contrario tu perro se espera siempre un correctivo, sentirá ansiedad. Por eso debes ser claro y justo en las correcciones, y brindar alternativas aceptables. También puede que tu perro no sepa qué anticipar (por ejemplo, pide en la mesa, y a veces le riñes pero otras veces le das comida). En este caso verás conductas erráticas y un elevado nivel de angustia y stress. La principal fuente de resultados para tu perro eres tú. Tú decides las normas, así que debes cumplirlas. Es tremendamente importante ser coherente. Si no, podrás reforzar conductas indebidas o castigar conductas deseables, provocarás desconcierto en tu perro, y su comportamiento derivará de forma impredecible.

Otro variado grupo de recursos educativos son los elementos de control, herramientas que te permiten dirigir o restringir conductas. Tú eres el principal elemento de control:    emanas    la autoridad y eres la base segura para tu perro. Aparte, están los artilugios de sujeción (collar, correa, bozal…), indicadores visuales (punteros, luces, premios.), señales auditivas (silbatos, pitos, clickers…), señales olfativas (atrayentes, repelentes, feromonas), etc.

Un último recurso muy importante es la sesión educativa, que es el rato que dedicas a enseñar o corregir a tu perro.

Aunque cualquier situación cotidiana puede serlo, es mucho mejor si la planificas. Lo ideal es hacerlo cuando tu perro esté relajado y tenga un poco de hambre. El final de la tarde, antes de cenar, suele ser el mejor momento.

Debes empezar motivando a tu perro según su personalidad. El clima de la sesión debe de ser de diversión, pero sin olvidar que estás trabajando con unos objetivos. Emplearás mucha comunicación e imaginación. No siempre es fácil, hay perros que las cazan “al vuelo”, pero otros necesitan más paciencia. Es aconsejable descansar cada pocos minutos, y acabar cuando tu perro esté incómodo o cansado. No suele ser recomendable hacer más de 30-45 minutos en total, aunque cada perro es diferente.

La dificultad inicial será menor que la lograda en la última sesión, e irás aumentándola gradualmente. Hacia el final de la sesión, cuando el nivel es alto, puedes reducir algo la dificultad para acabar con un logro.

EDUCACIÓN APLICADA:

Teniendo claras las generalidades, puedes comenzar a aplicarlas de forma práctica.

Socialización del cachorro:

El primer paso del proceso educativo es una adecuada socialización, que consiste en habituar a tu perro al mundo. En los primeros cuatro o cinco meses de vida, la mente de tu perro está “abierta”, y admitirá sin demasiado problema todo tipo de estímulos: animales, ruidos, personas… Lo que conozca durante este período será aceptado toda la vida. Todo lo que no conozca durante esta fase, podrá ser rechazado en el futuro.

Durante años se ha tenido por costumbre mantener al cachorro encerrado en casa hasta que no completara sus vacunas. En consecuencia, toda la socialización se limitaba a los estímulos domésticos, y resultaba incompleta para la vida del perro. Cuando llegaba el momento de salir al exterior, estos cachorros terminaban presentando miedos o manías incontrolables ante cosas tan cotidianas como los paraguas, las palomas o similares. Por esto, hoy en día recomendamos que los perros salgan habitualmente a la calle desde el primer momento, y sean expuestos a todas las posibles situaciones de su futura vida adulta: muchedumbres, parques, perros, vehículos, sonidos, olores, etc. Dado que esta exposición se hará en un cachorro aún sin vacunar, debes proceder con prudencia, manteniéndolo abrigado y evitando determinados contactos (hierba, tierra, animales de salubridad dudosa.).

Por lo general, desde el cuarto o quinto mes aparece el miedo, y desaparece la permeabilidad social del cachorro. Poco después llega la pubertad y las conductas adultas. Aun así, es posible modelar el temperamento de tu perro aproximadamente hasta los dos años de edad, dando un tono general a su educación de forma que le puedas inculcar confianza, autocontrol, dinamismo, calma, etc.

Enriquecimiento ambiental:

Durante el resto de la vida de tu perro la filosofía debe ser similar. La riqueza de estímulos es fundamental para su equilibrio mental. Así, debes esforzarte en que el ambiente que rodea a tu perro sea variado y propicio para su educación.

El propio proceso educativo forma parte del enriquecimiento ambiental, dado que supone un estímulo divertido y fructífero. Todo el tiempo que emplees en la educación de tu perro también redundará en su salud mental.

Además, los juguetes y juegos forman parte básica del abanico de estímulos para tu perro. Es importante que disponga de multitud de ellos para poder cubrir sus necesidades de exploración y juego.

Los contactos sociales son muy importantes en el enriquecimiento ambiental. La interacción, la comunicación y el juego con otros perros y personas de todos los tipos son actos necesarios para un perro bien equilibrado.

Por último, existen un sinfín de otras opciones para el enriquecimiento ambiental: comida de diferentes formas y texturas, ofrecida de diferentes maneras. Música, sonidos y olores elegidos para favorecer las experiencias sensoriales de tu perro. Viajes, salidas al campo, actividades deportivas, etc.

Cuando comience el declive cognitivo, la vejez, es recomendable ir gradualmente limitando los estímulos a aquellos más familiares, para evitar miedo o inadaptación.

Adquisición de buenos hábitos de conducta:

Un perro bien educado es un perro con buenos hábitos de conducta en casa y en cualquier entorno, al margen de que sepa trucos u órdenes complejas. Una buena convivencia entre perro, familia y sociedad depende fundamentalmente de que sepas inculcar estos buenos hábitos a tu perro.

Antes de plantear los buenos hábitos que debes transmitir a tu perro, asegúrate de que tú también adquieres buenos hábitos hacia él. Recuerda los tres pilares de la educación: Normas (reglas claras y constantes, coherencia, implicación de toda la familia, 24 horas al día, 365 días al año), Motivación (comunicación, afecto, positividad, no imposición) y Sentido Común (no humanices, no jerarquices, se prudente, flexible y razonable).

Tienes que estar pendiente a diario de las conductas de tu perro, para reforzarlas cuando sean correctas, o corregirlas cuando no sea así (y acto seguido, mostrarle la manera adecuada de actuar). Así, cualquier situación cotidiana puede convertirse en una improvisada sesión educativa de buenos hábitos.

El primer paso para lograr un perro educado es el establecimiento de una Rutina Diaria agradable y bien construida. Si tu perro recibe afecto y regularidad, corresponderá con afecto y regularidad. Si siempre come, pasea, juega, descansa, etc. en los mismos momentos y lugares, sabrá cuándo y dónde debe comer, hacer sus necesidades, jugar, descansar, etc. y tanto la convivencia como la enseñanza de otras cosas será mucho más fácil.

Tu principal arma para construir esa rutina diaria son los Hábitos Alimenticios. Es muy importante que des de comer a tu perro siempre a las mismas horas, y en un mismo lugar, su lugar para comer. Lo ideal son tres comidas al día, simultáneas a las de la familia (desayuno, almuerzo y cena).

Como norma general, tu perro no debe tener acceso al alimento cuando él lo desee, la comida no debe estar siempre disponible. Debes retirarle el plato un rato después de habérsela puesto, independientemente de si tu perro ha comido o no. De esta forma le das una primera rutina, controlas cuánto y cuándo come, y puedes adaptar la cantidad de pienso a sus verdaderas necesidades alimenticias. En perros que se controlan muy bien a la hora de comer, o en perros que se ponen demasiado nerviosos o posesivos cuando se les da la comida, puede estar indicado el dejársela siempre disponible, pero vigilando cuándo y cuánto comen.

Como la comida es un estímulo muy importante, puedes reservar parte de la ración diaria de pienso para usarla como premio, y también introducir variaciones esporádicas que supongan un factor de enriquecimiento ambiental: juegos de olfato, puzzles de inteligencia. También es importante que tu perro se acostumbre a que manipules su alimento para evitar problemas al respecto en el futuro. ¡Ojo! Esto no quiere decir que lo tengas que molestar sistemáticamente mientras come. También debes respetar su momento de comer, dado que la comida es valiosa para él.

Y también él debe respetar tu comida y tu momento de comer. No debes darle comida de personas, ni darle nada en la mesa mientras comes, para evitar que se acostumbre a mendigar o a robar de la basura.

Tu segunda tarea importante es formar unos adecuados Hábitos de Contacto e Interacción. Para el futuro, es crucial que tu perro se deje tocar y manipular de todas las formas a las que podría verse expuesto en su vida: cogerlo en brazos para bañarlo o subirlo a sitios, sujetarle las patas para cortarle las uñas, abrirle la boca para darle pastillas, levantarle las orejas para lavárselas, cepillarle o peinarle el pelo, tolerar el bozal, el collar y la correa, meterlo dentro de su trasportín, etc.

En estas habituaciones es especialmente importante que vayas muy gradualmente y acompañándolas de premios. En la vida adulta de tu perro, si no hay una obligación, limita tus contactos a las zonas “seguras” que no resultan molestas para tu perro, como son la espalda o el pecho, preferentemente con caricias o golpecitos suaves.

Cuando tu perro esté cerca o cuando te aproximes a él, evita actuar de forma brusca, no grites ni hagas movimientos fuertes, ya que tu perro podría asustarse y reaccionar mal.

Cuando hay niños en casa, es importante que aprendan este tipo de comportamientos para prevenir encontronazos con el perro.

También es muy importante que logres que tu perro interactúe de forma controlada con las personas, como a la hora de recibirte o de jugar contigo. La mejor técnica para esto es el castigo negativo, retirándote cuando la intensidad de la interacción sea excesiva. No debes usar la fuerza ni la coerción. Si deseas que esté quieto, usa el comando de “Sentado”, mejor que la sujeción por la fuerza.

En relación con esto, están los Hábitos de Espacio y Descanso. Muchos conflictos de convivencia con un perro nacen de unos malos hábitos de descanso.

Para que estos hábitos sean los adecuados, tu perro debería tener su lugar de descanso, y este lugar debería ser íntimo y cómodo. Por otro lado, los lugares de descanso de las personas de la casa deberían ser solamente para las personas. Esto quiere decir que si permites que tu perro se suba al sofá o a las camas, no sólo supone un potencial problema de higiene, si no que también podría ser fuente de conflictos con la familia o con los invitados.

Por supuesto, tu perro puede y debe tener sus lugares de descanso, que también deben ser confortables y agradables.

Es bueno que estén en las zonas de descanso de la familia. Un cojín en la sala y una camita en la habitación, por ejemplo, pueden ser adecuados. Cuando tu perro esté descansando o durmiendo en su lugar, debes respetarlo y dejarlo tranquilo.

Te resultará especialmente útil construir un “lugar especial” para tu perro. Es muy buena idea usar su trasportín, sin la puerta, con un cojín dentro y cubierto por una manta para que sea más agradable. Irse a su sitio debe ser un premio para tu perro, no un castigo. Siempre que lo use, prémialo. Siempre que quieras premiarlo, mándalo a su “lugar especial” y ahí le darás la recompensa. De esta forma, todo lo bueno del día sucede en su “sitio especial”, y éste le dará sensación de cobijo y bienestar. Cuando tú no estés en casa, su lugar sí estará y le brindará seguridad. Cuando viajes o vayas al veterinario, su “lugar especial” irá con él, y el trago será más llevadero.

En cachorros muy jóvenes es útil crear una “guardería” cerrada que sea suficientemente espaciosa, segura, y que contenga todo lo que el cachorro necesita: amplia zona para hacer las necesidades, comedero y bebedero, sitio de descanso y juguetes. A medida que el cachorro crece, la zona se irá ampliando y abriendo, hasta desaparecer.

Otra importante rutina que depende enteramente de ti son los Hábitos de Paseo. El paseo es una necesidad para tu perro, no una opción, y te sirve para cubrir sus necesidades de ejercicio, higiene, exploración y socialización. Para tu perro, salir de paseo es salir con su manada a cazar y reconocer el territorio, y debes dejarle que disfrute de sus paseos olfateando y correteando por tu zona.

Es conveniente hacer al menos tres paseos al día, al menos uno de ellos largo. La duración dependerá del tamaño, la energía y la edad de tu perro. Por norma general, los tres paseos deberían sumar entre una hora y media y dos horas como mínimo.

En perros muy jóvenes, puedes hacer un número mayor de salidas para favorecer que hagan sus necesidades en la calle. Estas salidas pueden ser muy breves, simplemente para “probar suerte” y fomentar los buenos hábitos higiénicos.

Si haces los paseos justo después de las comidas, fomentarás que tu perro haga sus necesidades en la calle. Lo primero que debe hacer tu perro al salir es su pis y su caca. Prémialo cuando lo haga, y a continuación procede al paseo en sí, la actividad y el juego. Si cometes el error de regresar a casa en cuanto hace sus cosas, enseguida aprenderá a aguantarse para que la salida dure más tiempo. Por supuesto, debes ser cívico y recoger sus deposiciones.

Debes usar la correa y el comando “junto” para mantener un control del paseo en el trayecto de calle. Al llegar al parque o la zona de juegos el control puede relajarse, incluso podrás soltarlo si la normativa municipal lo permite. Puedes incorporar salidas a lugares variados como parte de su enriquecimiento ambiental.

Uno de los puntos que más preguntas suscita es el de los Hábitos Higiénicos. Para lograr que tu perro haga sus necesidades en la calle, es fundamental establecer una buena rutina diaria, intercalando las comidas y los paseos de forma adecuada.

Unos minutos después de cada comida es el momento adecuado para salir a la calle, ya que es cuando más probabilidades hay de que tu perro tenga ganas de orinar y defecar. Al bajar a la calle, no debes jugar con él ni entretenerlo hasta que no haga sus cosas. En el momento en que las haga, felicítalo y prémialo, y comienza la diversión.

De esta forma, tu perro sabrá que lo primero que hay que hacer al bajar es el pis y la caca, y después vendrá el divertido paseo. Normalmente cometemos el error de hacerlo al revés (en cuanto el perro hace la caca, volvemos a casa), y tu perro puede acostumbrarse a aguantarse las ganas para que el paseo dure más, y acabar por hacerlo en casa.

Los cachorros muy jóvenes no aguantan demasiado tiempo. Las horas que un cachorro puede contenerse son aproximadamente su edad en meses. Por eso, deben tener un espacio dentro de casa para hacer sus necesidades, con periódicos o empapadores. Este espacio será amplio al principio, y lo irás reduciendo a medida que tu perro aprende a usarlo y comienza a controlar sus deposiciones. Es buena idea que los cachorros hagan salidas frecuentes a la calle, cada pocas horas, para asegurarnos de que eliminen allí, y así premiar esta conducta.

Si tu perro hace sus necesidades donde no debe, no te servirá de nada frotar su hocico contra sus deposiciones, ya que para los perros no son repugnantes sino más bien interesantes (por eso no paran de olisquearlas por la calle). Recuerda que para que un castigo sea eficaz, tiene que resolver la conducta inadecuada, y en este caso más bien la potencia. Es mucho mejor ignorar el fallo, y limpiar cuando no esté presente, para evitar que tu perro use el pis o la caca para llamar tu atención.

Un último detalle a tener en cuenta es crear unos buenos Hábitos de Entretenimiento y Exploración. Para tu perro, es muy importante investigar su entorno, y divertirse con aquellas cosas que encuentre. Si lo hace inadecuadamente, podrá dar lugar a destrozos o a lesiones peligrosas para su salud. Si no juega, podrá padecer aburrimiento y angustia.

Es muy importante que tu perro se divierta, dado que la mayor parte del día estará desocupado. Dale facilidades para que pueda jugar cuando se queda solo, y dedica tiempo a divertirte con él en casa y durante los paseos. Se suele recomendar al menos una hora de juego al día, aparte de las sesiones de educación programadas, que también serán un rato entretenido.

Debes prestar atención al tipo de juegos que realizas con tu perro. No es buena idea que potencies actividades peligrosas o violentas como jugar a pillar, hacer peleas, etc. Esto puede despertar conductas agresivas o predatorias en tu perro, y dar lugar a ataques. Este punto es especialmente importante si hay niños en casa, enséñales a jugar de forma adecuada con tu perro.

También debes vigilar los juguetes que usa. Es importante que impidas que tu perro juegue con cosas inapropiadas (cables, muebles, ropa.), y la forma de hacerlo es proporcionando juguetes adecuados en los momentos adecuados, y fomentando su uso. Nunca uses juguetes tuyos o de tus hijos, ni objetos que no sean adecuados para jugar, ya que confundirías a tu perro.

El juego en casa debe ser de “baja intensidad”, dado que el espacio es más reducido que en la calle, y hay más riesgo de lesiones y desperfectos. Los juguetes para interactuar en casa serán tipo peluches, nudos, pelotas blandas. Este tipo de juguetes pueden estar en su lugar de descanso, y tu perro puede ofrecértelos para jugar cuando llegues a casa.

Fuera de casa, el juego puede ser más activo y enérgico. Puedes practicar deportes y hacer que tu perro corra y gaste energías. Para fuera de casa te reservarás esos pocos juguetes que requieren de altos niveles de actividad, como catapultas de pelotas, discos, pelotas duras, etc. Puedes usarlos como reclamo para iniciar el paseo, y como estímulo para las conductas higiénicas, ya que son una señal de que algo muy bueno va a venir si hace sus necesidades.

Finalmente, cuando se quede solo debes fomentar que tu perro esté muy entretenido. Así evitarás los peligros de las conductas exploratorias naturales en las que ocuparía su tiempo libre, y le harás más cortas las horas que pasará solo, que generalmente son muchas.

Tendrás que ofrecerle juguetes que planteen un entretenimiento duradero y llamativo. Los ideales son los juegos de habilidad tipo Kong o los puzzles para perros. En general todo este tipo de juguetes se rellenan con parte de su ración diaria de pienso y la van liberando de forma gradual a medida que el perro juega. Puedes hacer versiones domésticas más sencillas con cajas de cartón, botellas de plástico, calcetines perforados, congelando un poco de agua con un puñado de pienso dentro, etc.

También puedes proponer a tu perro juegos de olfato más simples, escondiéndole bolitas de su pienso por diferentes zonas de la casa (bajo una alfombra, detrás de un mueble. ). Estos juegos son un excelente motivador para perros poco activos, y una buena forma de iniciar sesiones educativas.

Manejo de conductas indeseables:

Una conducta indeseable es aquella que resulta molesta o inapropiada, o que supone un problema para el bienestar de tu perro. Aparecen por causas muy variadas, y su manejo nunca es igual, hay que adaptarse a cada caso particular.

Algunos de los problemas más frecuentes e importantes que podrás encontrarte en el futuro son problemas en las relaciones sociales, como el Miedo y la Agresividad. Ambos forman parte del repertorio normal de conductas caninas, pero pueden alcanzar niveles inadecuados. Este tipo de problemas tienen múltiples causas, y pueden suponer un peligro para las personas y para tu mascota, de modo que siempre deberían ser supervisados por un especialista.

Otro gran grupo de problemas frecuentes son los relacionados con la actividad, como los ladridos excesivos, la inquietud, la Hiperactividad, los destrozos, el robo de objetos, o en el lado opuesto, la Letargia y la inactividad. Casi todos se manejan con una adecuación de los estímulos ambientales (deporte, rutinas, juguetes.), aunque algunos forman parte de cuadros patológicos, y también necesitan de la intervención de un especialista.

Los problemas relacionados con las conductas Alimenticias e Higiénicas casi siempre nacen de una mala adquisición de rutinas. Aquí están la eliminación inadecuada, los robos de comida, la glotonería, la inapetencia caprichosa, la coprofagia, etc. Algunos de ellos pueden aparecer debido a problemas físicos.

En perros no esterilizados casi siempre aparecen problemas de comportamiento derivados de las Conductas sexuales, como son la monta inadecuada, el celo persistente, el embarazo psicológico, la conducta de defensa del nido, y alteraciones de la territorialidad (marcaje con orina, tanto en hembras como en machos) y de las relaciones sociales (agresividad entre machos, competitividad, acaparación, dominancia.). Algunos tienen una base hormonal clara, y se previenen o se resuelven castrando al animal, pero en otros el componente de aprendizaje es muy importante y requieren además de una reeducación.

Para decir que una conducta no es adecuada, hay que tener en cuenta el punto de vista humano (el tuyo, de tu familia y de la sociedad) y el punto de vista canino.

Una conducta puede ser inadecuada para el ser humano pero no para el perro, como por ejemplo ladrar a las visitas, marcar el territorio con orina, o defender la comida gruñendo. También pude suceder la situación opuesta, que sea adecuada para el humano pero no para el perro, como por ejemplo acudir al veterinario, pasear atado con correa, no estar con la familia a la hora de comer, etc. Este tipo de situaciones se previenen y solucionan con una correcta educación (socialización, adquisición de rutinas, obediencia básica en positivo.), para lo que puedes necesitar la ayuda de un educador profesional.

Pero también podrás encontrarte en el futuro con conductas que no parecen ser adecuadas ni para el punto de vista humano ni para el canino: agresividades infundadas, miedos, manías, fobias, conductas repetitivas, cuadros de ansiedad, hiperactividad, etc. En esos casos siempre te recomendamos la intervención de un veterinario etólogo, especializado en problemas de conducta.

Ante una mala conducta, llegan el enfado, las prisas y las “chapuzas”. La solución no pasa por ahí. Cuidado con la falsa imagen que transmiten muchos programas de televisión. En ellos, vemos “milagros exprés”, que no son realistas ni en métodos ni en resultados, y que por lo general no tienen una base científica. La corrección de problemas de conducta no suele ser obvia ni instantánea.

En primer lugar, piensa que la educación debe ser positiva también para ti: ¡No te enfades! No desesperes, ni crees un conflicto, tampoco “pases de todo”. No busques culpables, busca soluciones. Se constructivo y siéntete libre de partir de cero.

En segundo lugar, se analítico. Usa el punto de vista de tu perro y la autocrítica. ¿Cuándo y cómo sucede la conducta indeseable? ¿Es una conducta natural? ¿Qué la causa o la motiva? ¿Qué logra tu perro? ¿Le has dado alternativas? ¿Sabe que no debe hacerla? ¿Tus expectativas son realistas? Muchas veces, sólo con estas preguntas, verás clara la solución o al menos enfocarás el problema de otra forma.

Debes tener en cuenta que la mejor opción contra una mala conducta es que no llegue a suceder nunca. La prevención de las malas conductas (socialización y establecimiento de buenos hábitos) debería ser tu prioridad los primeros meses. La idea es evitar malas conductas habituando y premiando las conductas aceptables, especialmente aquellas que impidan o sustituyan a las inadecuadas.

Actúa siempre con anticipación. Observa el contexto en que sucede la mala conducta, e intenta adelantarte. Impide las circunstancias desencadenantes, si está en tu mano, y limita de antemano las reacciones de tu perro de forma inteligente.

Para intervenir contra una mala conducta, solemos usar el castigo positivo. ¡Ojo! Esto puede ser ineficaz o incluso perjudicial. Piensa también en otros métodos, que pueden darte mejores resultados. Traza un plan a medio o largo plazo, y evalúa los resultados de forma realista y frecuente. Si no se te ocurre una forma de manejar el problema, o no logras resultados, acude a un especialista.

Cualquier corrección debería seguirse siempre de una propuesta positiva que sustituya a la conducta no deseada. Ésta debe ser una orden aceptable para ti y preferible a la mala conducta para tu perro. Por ejemplo, mandar a tu perro a su sitio (que debe ser un lugar muy agradable), o llamarlo a tu lado (tu compañía debe ser deseable). Puede ser necesario complementar la motivación de tu perro con golosinas o juguetes. Si se cumple la conducta positiva, prémiala de forma muy efusiva. Si todo va bien, tu perro acabará por hacer la conducta positiva en lugar de la no deseada. Además, así tu perro siempre tendrá una opción constructiva y recompensada, y no se quedará simplemente con la frustración del castigo sin más.

PASOSEJEMPLO EN CASAEJEMPLO EN LA CALLE
Conducta inadecuadaTu perro molesta a una visitaTu perro se aleja demasiado de ti
Correctivo verbal“¡NO!”“¡NO!”
Otro correctivo (opci.)Palmadas fuertesDarle la espalda, irse
Detención de la conductaTu perro deja de molestarTu perro se para
Alternativa aceptable“A tu sitio”“¡Ven!”
Complemento motivadorSeñuelo: una golosinaMostrar una pelota
Cumplimiento aceptableTu perro se va a su sitioTu perro acude a ti
Recompensa verbal“¡MUY BIEN!”“¡MUY BIEN!”
Recompensa material (opci.)Golosina en su sitioJuego de pelota, caricias
FuturoTu perro se irá a su sitio cuando haya visitasTu perro no se alejará demasiado de ti

Obediencia básica:

Una parte muy importante de la educación es el trabajar la obediencia. Cualquier perro sabe sentarse o quedarse quieto, pero se trata de lograr que tu perro lo haga cuando tú se lo pidas. La obediencia cívica es laboriosa y exigente, pero muy satisfactoria. Repercute de forma muy positiva en la autoestima y la calidad de vida tuya y de tu perro, en sus relaciones sociales y en vuestro vínculo.

Usarás palabras para dar instrucciones, los Comandos. En primer lugar debes elegir esas palabras de forma adecuada. Deben ser palabras cortas, sonoras y fáciles de reconocer tanto para ti como para tu perro (o sonidos claros como silbidos, chasquidos.). Para poderlas recordar e identificar con facilidad, usa el verbo de la acción, acortándolo o cambiándolo de idioma a uno más corto (inglés o alemán, por lo general). Todo el mundo en casa debe saber cuál es el comando usado para cada instrucción, para evitar usar palabras diferentes. Los comandos deben usarse solos, sin repetirlos ni mezclarlos dentro de frases complicadas.

Para enseñar a obedecer cada comando, debes seguir unos pasos:

•    En primer lugar, pronuncia el comando elegido.

•    A continuación, debes lograr que tu perro haga la conducta deseada de forma espontánea, sin forzarlo ni obligarlo. Para ello hace falta mucha imaginación (más adelante te damos algunas ideas para comandos frecuentes). Cuando logres que tu perro haga la conducta deseada, prémialo.

•    Repite varias veces la pronunciación del comando, combinándola con la inducción de la conducta. Premia cada vez que se cumpla la conducta. A medida que hagáis repeticiones, tu perro hará la conducta de forma más espontánea, rápida y fácil.

•    Cuando sea así, empieza a pronunciar el comando solamente, sin hacer la inducción de la conducta. Premia a tu perro cuando cumpla la instrucción.

•    Repite varias veces el comando y premia cada cumplimiento. Ya habrás logrado que tu perro sepa que con esa palabra deseas esa conducta en concreto, y que si lo hace recibirá un premio.

Una vez enseñado cada comando, consolídalo y perfecciónalo con refuerzo continuo en las primeras sesiones. Después empieza a premiarlo de forma esporádica en las sucesivas sesiones, para que la obediencia del comando persista en el tiempo. Una vez memorizado de esta forma, es bueno que hagas sesiones de repaso de vez en cuando.

Suele ser necesario ir introduciendo complicaciones, en especial duración, distancia y falta de contacto (por ejemplo, que tu perro aguante sentado unos minutos aunque te alejes de él y deje de verte). Para ello irás introduciendo estos factores de forma muy gradual, y premiando sólo cuando haya avances.

Enseñarás la conducta en el lugar habitual (el salón de casa, por ejemplo) y en la hora habitual (antes de cenar, por ejemplo). Posteriormente, debes generalizar su cumplimiento, introduciendo gradualmente variaciones de momento (en horas diferentes a la habitual), de lugar (pasillo, cocina, terraza, descansillo, portal, calle, parque), y distracciones (ruidos, posturas raras, movimiento, personas, perros.).

Tu perro puede llegar a aprender un sinfín de instrucciones, algunas de ellas muy importantes. El límite está donde quieras ponerlo, pero a veces el desarrollo de todo el potencial de tu amigo requiere de un experto en educación y adiestramiento. A continuación te damos ideas para lograr obediencia a las más necesarias.

Su nombre: Aunque resulte raro pensar que el nombre de tu perro es un comando, así es. De hecho, el nombre ideal para un perro debe tener todas esas características típicas de los comandos: ser corto, sonoro, fácil de recordar. Es un comando que da la identidad a tu perro, con lo cual es muy importante que se lo repitas con frecuencia al principio, y a ser posible solamente en contextos positivos. Si usas el nombre de tu perro a menudo para reñirlo, tu perro reaccionará escapando cuando oiga su nombre. En casa con más de un perro, es imprescindible usarlo antes de cualquier otra instrucción.

“Muy bien”, “Bravo”, “Si”: La felicitación, el elogio, son la recompensa por excelencia, la que nunca debe faltar a la hora de premiar a tu perro, y posiblemente será tu principal arma educativa. Asegúrate de felicitar a tu perro siempre que cumpla con tus instrucciones, y procura que sea un elogio creíble y sincero. ¡No sirve de nada felicitarlo de forma brusca o con mala cara! Por otra parte, intenta no elogiar conductas que no sean adecuadas. aunque a veces es casi imposible no reírse con algunas monerías que pueden llegar a hacer.

“No”, “Stop”, “Mal”: La corrección verbal también es muy importante, y la repetirás con frecuencia. No debe faltar cada vez que tu perro se disponga a hacer algo inadecuado, o lo esté haciendo (no sirve de nada si ya lo ha hecho). El tono debe ser firme y claro, para realmente coartar la conducta
inadecuada. Un “no” suave o bajito no suele bastar. Intenta limitar ese tono solamente a tus correcciones, para que tu perro reaccione ante ellas.

“Mírame”, “Eh”: Con este comando buscas captar la    atención    de    tu  perro, lo que favorece que obedezca cualquier otra instrucción. Para lograr que tu perro te mire, pronuncia el comando, haz una señal llamativa (chasquear la lengua, chistar, silbar.) y muestra un premio deseable. Entrega el premio sólo si tu perro dirige su atención a ti. Poco a poco podrás ser más exigente (mirar hacia ti, mirar a tu cara, y finalmente mirar a tus ojos), hasta lograr tener perfectamente captada la atención de tu perro con esta orden.

“Ven”, “Aquí”: Es la instrucción para que tu perro acuda a tu lado. Es un comando    crucial,    que    puede    salvar la vida de tu perro y que te ayudará a controlar    un    sinfín    de    situaciones problemáticas. Todos los perros deberían saber obedecerlo sin excepción. Para lograr que tu perro venga, pronuncia el comando y ofrécele un premio muy atractivo cuando esté lejos de ti. Entrégale el premio cuando llegue a tu lado, y felicítalo efusivamente. Aunque no obedezca al primer intento, no debes

enfadarte, y cuando por fin acuda, debes premiarlo igualmente. Por supuesto, no debes reñirlo si viene, ya que dejaría de acudir a tu llamada. Es bueno que a lo largo de cualquier salida al exterior repitas el comando varias veces de forma aleatoria, para que tu perro no lo relacione con el fin del paseo.

“Pasa”,    “Vete” (a tu sitio):    La instrucción para que tu perro vaya a su lugar de descanso debe entonarse como un premio y no como un castigo. Es un comando muy útil para sustituir conductas indeseables en casa, y para fomentar una convivencia tranquila y controlada. Para lograr que tu perro vaya a su sitio, pronuncia el comando y guíalo a su lugar de descanso. Puedes usar un premio o un puntero como señuelo para irlo conduciendo. Recompénsalo cuando se siente o se acueste en su lugar. Además, prémialo siempre que use su sitio de forma espontánea, y siempre que desees agasajarlo de alguna forma, mándalo a su sitio y hazlo allí. Si tu perro conoce el nombre de otros lugares de la casa, o incluso de otras personas, puedes darle la orden seguida de ese lugar o persona para indicarle a dónde o con quién deseas que vaya.

“Sentado”, “Sienta”, “Sit”: La más clásica de las instrucciones, con ella tu perro adquiere una postura de espera. La postura de sentado te sirve para que tu perro permanezca quieto y controlado, lo que te permitirá cepillarlo, colocarle el collar, etc., además de evitar conductas inapropiadas como el saludo demasiado efusivo o el juego demasiado intenso. Para lograr que tu perro se siente, pronuncia la orden e induce que se siente de forma espontánea. Puede darte buen resultado pasar un premio lentamente por encima de su cabeza, o bien sostenerlo delante de él pero sin que pueda alcanzarlo. Cuando se siente, entrégaselo y felicítalo.

“Echado”, “Acuesta”, “Plas”: Es la postura de esfinge, intermedia entre la anterior y el descanso total. Tiene los mismos usos que la de sentado, pero es menos molesta para perros mayores, alargados o con problemas de cadera. Para conseguirla, puedes colocar un premio en el suelo y taparlo con la mano, o agacharte y poner una de tus piernas formando un arco, y hacer que tu perro pase por debajo atrayéndolo con una chuche.

“Junto”, “Conmigo”, “Fus”: Es el comando para que camine cerca de ti. No se trata de hacerlo desfilar en plan militar, si no de que camine sin tensar la correa, da igual que vaya un poco por delante o por detrás. Es un comando particularmente difícil, dado que lo pondrás en práctica durante el paseo, lleno de distracciones. Para mantener atento a tu perro, usa el comando “mírame” y muestra una golosina pequeña o una bolita de pienso. Entrégasela cada dos o tres pasos a tu perro si se mantiene caminando cerca de ti. A medida que progresas, ve aumentando el número de pasos que das antes de premiar. Si tu perro tira de la correa, detente y espera hasta que te mire y se acerque a ti, aflojando la tensión. En cuanto lo haga, felicítalo y continúa andando. Si se desvía o no te atiende, puedes cambiar de dirección de repente para desconcertarlo y fomentar su atención. Si lo practicas al regresar del paseo, cuando tu perro este cansado, seguramente tengas más éxito.

Juegos y trucos: Se te ocurrirán muchas instrucciones cuya única finalidad es la diversión; Baila, da la patita, saluda, etc. No te damos indicaciones concretas, dado que hay demasiadas posibilidades. No deben ser tu prioridad. Su sentido “práctico” es que un perro que sabe hacer trucos goza de mayor aceptación social, lo cual te puede servir en determinadas situaciones delicadas. Y por supuesto, ¡¡son útiles para divertirse!!